25.8.09

Diario de la desesperación.


Ahora entiendo cuando Joel Barish le dijo a Clementine Kruczynski: "Podría morir ahora mismo, Clem. Me siento tan feliz. Nunca me había sentido de este modo. Estoy justo donde quiero estar"... claro que lo comprendo, es pensar en los momentos en los que podemos estar tú y yo juntos, a solas, solamente escuchando nuestras respiraciones y sumergiéndonos en los sentimientos de cada momento, es acordarme de ti y ser capaz de captar esas palabras.

En este momento no estás conmigo, no puedo alcanzarte por más que lo intento y sé que no podré por hoy. En estos momentos estás paseando por la calle, junto a tu hermana, posiblemente riendo y muy seguramente pronunciando alguna tontería que me encantaría oír y no podrá ser.
No obstante, soy feliz con tu felicidad, me alegra pensar que no te has quedado en casa o te has encerrado en el local para frustrarte porque no estoy, tampoco vas a dar vueltas en la cama ni tendrás que encender la consola para ensimismarte en un juego del que no te estás enterando, simplemente por evadir la realidad. Así que sonrío por ello dejando a un lado mi pena por unos instantes.

He aprovechado tu ausencia para hacer cosas porque nunca tengo tiempo pero ¿sabes qué? No me siento mejor, es como si en realidad todas esas cosas no significaran nada una vez terminadas y es todo por la ansiedad que siento al no tenerte aquí. La incertidumbre de si mañana será como hoy o no, el simple hecho de añorarte es frustrante y me asfixia. Pero aún no he dejado que acabe conmigo.

Había pensado en llamar al móvil de tu hermana, que tendrá más batería que tú y preguntarle qué estabais haciendo pero me hubiese gustado que en ese momento tú estuvieses ocupado fotografiando a esa banda y seguramente ya habrás terminado de hacerlo, quién sabe. El caso es que no lo haré y simplemente te enviaré un SMS por la noche, para reiterar estas palabras que no conoces. Y no espero una respuesta porque en el último e-mail que me enviaste dijiste que creías haberte quedado sin saldo :-P

La única cosa que me apetece es oír canciones lentas y sentirme un poco masoquista al respecto, pero has de saber que no lo hago para sentirme mal sino para escuchar algo acorde a mi estado de ánimo. Obviamente no estoy ante una situación desesperada ni el fin del mundo cubre nuestras cabezas... aún. Simplemente, cuando acabe esto, me tumbaré en la cama, subiré un poco más el volumen y procuraré no pensarte demasiado, aunque no prometo nada.

Mañana será un día nuevo, a las 6:55 sonará mi alarma y ya estaré haciéndote una llamada perdida, volveré a dormirme, brillará el sol, hará calor, me levantaré más tarde de lo previsto y desayunaré malamente. Revisaré el correo para encontrarme con un e-mail tuyo desde la oficina y lo responderé medio dormida pero con una sonrisa en la cara. Me sentiré perezosa durante el día pero cuando quede menos de una hora para verte sufriré un repentino cambio y todo se acelerará, así que casi a contrareloj haré todo lo necesario para acabar cualquier tarea en casa y estar preparada. Pero mañana no habrá llamada perdida antes de que vengas a por mí, mañana tampoco habrá horas muertas en mi habitación, mañana no estaré más pendiente de los ordenadores y la decena de pequeñas cosas que he estado haciendo con ellos hoy. Porque mañana estaré contigo y todo lo que pase a mi alrededor será inferior a la nada. Recuperaré la bandana (temporalmente) que suelo dejar en tu casa y con la que duermes.

Te echo de menos, ya sabes cuánto ❤

12.8.09

Carta a: (№ 2)

Sí, lo sé. Soy una caprichosa por acaparar todo tu tiempo, por encima querer más. Por fingir que no me importa alejarme de ti cuando ya llevamos casi doce horas juntos. Pero no lo puedo evitar, eres básicamente adictivo. Me rige tu olor, el sabor de tu cuello, las formas en las que me besas según cómo estés. Esa manera de mirarme tan expectante antes de yo ponga una cara triste y tú corras a consolarme aunque ambos sepamos que en realidad no me pasa nada, que solamente quiero que me beses y tú quieres hacerlo. Resulta a menudo absurdo pero nos importa poco. Existimos tú, yo y lo que estemos haciendo en cada momento.

Contigo me olvido del mundo, de mis problemas, de volver a casa, de inquietudes respecto a mi futuro, de algo que me haga estar triste, de la patética realidad. Estando a tu lado todo lo demás equivale a cero y sé que es porque en mi escala de valores nosotros somos →infinito←, y espero que siga siendo así.

Muchas veces pienso en cómo hemos llegado hasta aquí, siendo dos desconocidos que se conocían menos que poco. Sabiendo de nuestras existencias por bocas de otros y sin en realidad haber mediado una palabra real directamente. ¿Y ahora? Ahora recuerdo esté donde esté el tono de tu voz, cómo de alto eres, cómo de idiotas podemos ser si nos dejan, cómo conseguir que me beses con una simple mirada... Incluso he aprendido a conocer lo que piensas, me adelanto a tus palabras. También me habitúo a tu ritual anti-animal a la hora de comer cuando yo, muy posiblemente, jamás podría siquiera probar uno de esos platos formados de dios sabe qué, y que tanto te gustan.

Y ahora, ahora que estoy en mi cama con tu presencia vetada por unas horas me doy cuenta de lo que decías tú casi al principio, aquello de la dependencia. Y yo dependo de todos y cada unos de tus besos, de que nos hablemos imitando a mi hermano, de que me digas que "soy preciosa" y yo te conteste tan normal que estás ciego... Todo eso, todo lo que hubo y habrá. Y si alguien conoce el fin de esto, que se lo guarde de recuerdo y nos deje disfrutar de cada segundo que nos queda.

Te amo y esas cosas... en las que tú quieres ganar y no puedes.